• La fábula del güey

    En el vibrante corazón de las tierras agaveras de México, floreció una amistad improbable: la de un perro tranquilo y un gallo con alma de músico. En su pueblo natal compartieron amaneceres, risas y sueños. Pero con el tiempo, sus caminos se separaron. El perro se quedó para cuidar la tierra de sus antepasados, mientras que el gallo siguió su ritmo y voló hacia escenarios por todo el mundo. De Ciudad de México a París y Nueva York, el gallo lo vio todo, mientras el perro se dedicaba a cultivar agave y hacer mezcal. Pasaron los años, hasta que una noche especial, en la fiesta del pueblo, sus caminos se cruzaron otra vez. Sorprendidos y felices, gritaron al unísono: “¡Hola Güey!” En esa reunión cargada de alegría, el perro sirvió a su viejo amigo un vaso de su mejor mezcal. Entre tragos, memorias y carcajadas, nació una idea: unir las tradiciones de siempre con las inspiraciones del camino para crear algo único. Así nació Mezcal Güey — un símbolo de su amistad inquebrantable. Ahora que tienes esta botella en tus manos, no solo estás probando mezcal. Estás siendo parte de un legado de camaradería y oficio que le da alma a Mezcal Güey. ¡Salud!